jueves, 30 de abril de 2009



En el centro de la noche,
con la blanda palidez de las viudas,
teje y desteje en las sombras
la muchacha que espera.
Al hombre
la distancia le apaga los recuerdos
y ni siquiera sabría ya seguir el rastro
que ella aún busca entre los lienzos.

Desde la alcoba hueca
Penélope le lanza deseos como soles ardientes
que ensarta con plegarias a los dioses,
para que un día le golpeen en la frente
con el ansia de beber
el agua fresca de sus pozos,
y así por fin, Ulises
emprenda el regreso a casa.

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