domingo, 19 de diciembre de 2010

FELIZ AÑO 2011

Este año pido para mis amigos y para mí un ángel de la guarda a tiempo completo. 
Un ángel que aleje las miserias,
los malosentendidos,
las horas muertas,
la envidia,
el desconsuelo.

Un ángel (y un auxiliar, si fuera preciso) que nos libre de las leyes de Murphy, 
del segundo tropezón en la misma piedra, 
del más vale pájaro en mano, 
de la avaricia egoísta de la hormiga,
y del no por mucho madrugar amanece más temprano.

Un ángel que nos cambie los papeles y nos enseñe a volar.
Muchas felicidades para todos.




viernes, 10 de diciembre de 2010

Hoy está la noche
envuelta en humo y en nieblas,
y vienen las llamas cantando
hambrientas de penas viejas.
Que está la noche, mi vida
preñadita de promesas.  

Búscame en el Altozano,
búscame en la Plaza Nueva.
Busca al calor de la hoguera,
donde los sueños antiguos
tiemblan y se desperezan,
donde los sueños antiguos 
se vuelven manos que besan.
                      

miércoles, 3 de noviembre de 2010


                        

                                            Quiero ser la primavera de tus ojos,
                                            el sol que te encienda la sonrisa.
                                            En la lumbre de tu piel, quiero ser brisa,
                                            en la punta de los dedos, ser tu antojo.

                                            Quiero ser quien te arrugue la camisa
                                            y te alborote el aire con sonrojos.
                                            Si rezas, yo quiero ser tu misa;
                                            si siegas, seré yo tu rastrojo.

                                            De la mano, mientras viajas por los mapas,  
                                            a tu lado, clamando en el desierto.     
                                            Coronando contigo las etapas                                                             
                                            del placer por el atlas de tu cuerpo 
                                            mientras la luz se cuela en nuestra cama
                                            y estallan los oasis en el huerto.
                        



sábado, 23 de octubre de 2010



Ahora que sólo están
 la noche y las hogueras,
me acomodo en el silencio,
en el olor a derrota que duerme en los granados.
Por un instante,  olvido
el rumor de sedas que se pliegan
asfixiando el cantar de las ajorcas.
Por un instante
el chasquido feroz de los baúles,
el tronar de aldabas que se cierran.

No quiero ver tanto desalojo.

Ya el polvo de sus botas
llena de inquietud a mis rosales,
y trastorna las aguas de la acequia.

                                                               Desvío la mirada
                                                               mientras se empaña el dulzor de las moreras.

                                          La luna vela las afrentas,
                                          redondea el hueso de tu espalda,
                                          azucara las mentiras de tu lengua,
                                          pone guante de hilo a aquella mano
                                          que debió guardar las llaves de mi puerta.

                                          Me acomodo en el silencio
                                          de arrayanes habitados por la pena.

                                          Y tú. Boabdil, lo sabes,
                                          que morirán los ruiseñores de nostalgia
                                          deambulando en pos de mi reflejo,
                                          más no hallarán por mucho que lo busquen
                                          ningún otro paraíso como el nuestro.



jueves, 19 de agosto de 2010



Porque te quise un día
me emborracharon los vientos
me alboroté de espumas
me convertí en la arena
que abrazaba tu cuerpo.

Porque te quise un día
se me quebró el alma de tormentas
estallaron los besos en las rocas
la vida se enganchó en las olas.

Porque te quise un día
náufraga de tu piel, deshabitada
Porque te quise un día
allí, en otra playa,
tan lejos de tus costas

lunes, 2 de agosto de 2010

DESPIERTA ESTOY...




Despierta estoy, amor, para quererte,

mi cuerpo todo, tenso por la espera,

convertido mi tiempo en primavera,

marchando los relojes a tu suerte.



Sólo amanece el día para verte,

para sentir tu mano en mi cadera,

para buscar a ciegas la manera

de vivir a tu lado y no perderte.



Deja que sea mi boca tu locura,

el refugio secreto de tu vida,

el ansia de tu sed y tu aventura.



Deja que me derrita en calentura

y me derrame en nieve derretida.

Déjame estar pegada a tu cintura.



viernes, 23 de julio de 2010

Autor: Oscar Blanco García

LA CALIMBA : LOS SECRETOS DE SU CORRECTO DESARROLLO

La semilla de la calimba debe plantarse durante la primera luna de otoño, en un lugar fresco y resguardado de los vientos donde tengamos la seguridad de que los rayos de sol no la rozarán, pues en esta primera fase de germinación estas criaturas son extremadamente sensibles al calor y su ciclo vital podría verse dañado irremediablemente. Es conveniente además, anotar la fecha y hora exactas de la plantación, ya que el riego debe realizarse en ese tiempo específico de la primera siembra durante, al menos, un período de quince días. El agua de riego, al que se habrán añadido unas gotas de ambrosía y una pizca de canela, no debe exceder en ningún caso de litro y medio. Terminada esta primera fase, abonaremos la tierra con una mezcla de ralladura de piel de naranja amarga y pimienta, y la dejaremos en reposo absoluto durante un mes más.
Si nada ha fallado, deberíamos ver ahora los primeros brotes en forma de plumas. Tendremos que moderar nuestro entusiasmo, pues es en este momento cuando comienza la fase más complicada de la reproducción y que requiere al menos, la colaboración de dos personas. La calimba necesita ser mimada y durante las veinticuatro horas del día habrá que acariciar los brotes, aspirarles las mínimas gotas de humedad que el rocío o su propio ciclo vital dejen en las hojas, ponerle música de calidad y sobre todo, narrarle historias. Es posible que la criatura se estanque durante este largo período e incluso que parezca mustiarse, habrá que estar atentos e ir variando sobre la marcha y recurriendo a nuestra intuición para cambiarle las distintas dosis de los aditivos recomendados: quizás prefiera la música moderna a la clásica, o fados, o boleros; quizás guste más de un buen romance medieval y los sonetos le resulten excesivos, o puede que sus cuentos preferidos sean los populares. Hay que ir tanteando, combinando estrategias sin flaquear y sin que nuestro estado de ánimo se altere y pierda su entusiasmo, sólo así veremos recompensados felizmente nuestros esfuerzos.
Una última advertencia para los impacientes o las personas decididamente ambiciosas. Jamás, repito, jamás, deben plantarse más de dos semillas de calimba a la vez. Estos seres admirables son tremendamente individualistas y toleran mal la compañía de sus congéneres bajo el mismo techo; en caso de producirse una convivencia obligada podrían producirse mutaciones en sus características más apreciadas, lo que podría dar lugar a situaciones embarazosas e imprevisibles.
Para finalizar, animar a todos los que decidan seguir estos pasos y felicitarles. Recuerde: “Quien tiene una calimba, tiene un tesoro”.

domingo, 14 de febrero de 2010

LA NIÑA CHICA


La niña chica no vino bien.  El abuelo lo supo nada más verla.  ¡Quién sabe si lo adivinó en los párpados blandamente cerrados, o en el llanto débil de cachorro enfermo!  Cuando el abuelo la vio, le rozó los dedos, como gusanillos tiernos, y murmuró “Si está de Dios...”, dándole golpecitos flojos al capazo rosa.
El alba traía una luz difusa que hacía visible el contorno de los muebles del cuarto de hospital.  La niña seguía en penumbra, su cuerpo tibio una duna mínima en el horizonte de cuadros, un leve latido envuelto en lana.
La madre observó el rayo de luz, que avanzaba  casi rozando el metal de la cuna, aún el rostro del bebé difuso, dudoso unos instantes más.  Un tiempo breve de espera que de golpe se vio roto por  una estría brillante, una estría como un filo que se clavó en los párpados rasgados de la niña chica, que siguió soñando con su mundo de algodones sin sentirlo.
La madre se inclinó hacia ella y, desde la cama, extendió una mano áspera que acarició la frente, ¡tan ancha ya!, la mejilla rosada, los labios entreabiertos de su bebé único, de su niña especial.
Buscó después la sombra de las sábanas para evitar que la luz se reflejara en sus lágrimas.