Quiero ser la primavera de tus ojos,
el sol que te encienda la sonrisa.
En la lumbre de tu piel, quiero ser brisa,
en la punta de los dedos, ser tu antojo.
Quiero ser quien te arrugue la camisa
y te alborote el aire con sonrojos.
Si rezas, yo quiero ser tu misa;
si siegas, seré yo tu rastrojo.
De la mano, mientras viajas por los mapas,
a tu lado, clamando en el desierto.
Coronando contigo las etapas
del placer por el atlas de tu cuerpo
mientras la luz se cuela en nuestra cama
y estallan los oasis en el huerto.