viernes, 23 de julio de 2010

Autor: Oscar Blanco García

LA CALIMBA : LOS SECRETOS DE SU CORRECTO DESARROLLO

La semilla de la calimba debe plantarse durante la primera luna de otoño, en un lugar fresco y resguardado de los vientos donde tengamos la seguridad de que los rayos de sol no la rozarán, pues en esta primera fase de germinación estas criaturas son extremadamente sensibles al calor y su ciclo vital podría verse dañado irremediablemente. Es conveniente además, anotar la fecha y hora exactas de la plantación, ya que el riego debe realizarse en ese tiempo específico de la primera siembra durante, al menos, un período de quince días. El agua de riego, al que se habrán añadido unas gotas de ambrosía y una pizca de canela, no debe exceder en ningún caso de litro y medio. Terminada esta primera fase, abonaremos la tierra con una mezcla de ralladura de piel de naranja amarga y pimienta, y la dejaremos en reposo absoluto durante un mes más.
Si nada ha fallado, deberíamos ver ahora los primeros brotes en forma de plumas. Tendremos que moderar nuestro entusiasmo, pues es en este momento cuando comienza la fase más complicada de la reproducción y que requiere al menos, la colaboración de dos personas. La calimba necesita ser mimada y durante las veinticuatro horas del día habrá que acariciar los brotes, aspirarles las mínimas gotas de humedad que el rocío o su propio ciclo vital dejen en las hojas, ponerle música de calidad y sobre todo, narrarle historias. Es posible que la criatura se estanque durante este largo período e incluso que parezca mustiarse, habrá que estar atentos e ir variando sobre la marcha y recurriendo a nuestra intuición para cambiarle las distintas dosis de los aditivos recomendados: quizás prefiera la música moderna a la clásica, o fados, o boleros; quizás guste más de un buen romance medieval y los sonetos le resulten excesivos, o puede que sus cuentos preferidos sean los populares. Hay que ir tanteando, combinando estrategias sin flaquear y sin que nuestro estado de ánimo se altere y pierda su entusiasmo, sólo así veremos recompensados felizmente nuestros esfuerzos.
Una última advertencia para los impacientes o las personas decididamente ambiciosas. Jamás, repito, jamás, deben plantarse más de dos semillas de calimba a la vez. Estos seres admirables son tremendamente individualistas y toleran mal la compañía de sus congéneres bajo el mismo techo; en caso de producirse una convivencia obligada podrían producirse mutaciones en sus características más apreciadas, lo que podría dar lugar a situaciones embarazosas e imprevisibles.
Para finalizar, animar a todos los que decidan seguir estos pasos y felicitarles. Recuerde: “Quien tiene una calimba, tiene un tesoro”.

6 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Pues nada, seguiremos los consejos. Bien vale el esfuerzo...

Graziela dijo...

¡Que bien nueva entrada en este blog!
Parece muy complicado conseguir hacer germinar las semillas de calimba, pero seguro que en la práctica con sensibilidad y atención resulta más sencillo y viendo la foto, son tan preciosas y algo inquietantentes, que creo que vale la pena intentarlo. ¿Me puedes mandar dos simientes?

Arvikis dijo...

Un original relato de ciencia-ficción? , o es que te has metido a jardinera. En cualquier caso un acierto.
Javier

PILARA dijo...

El tesoro es tener a una compañera como tú, remisa, pero cuando te pones...
Puedes leerle algún poema tuyo, seguro que crece feliz y lozana.
un beso

PILARA dijo...

El tesoro es tener a una compañera como tú, remisa, pero cuando te pones...
Puedes leerle algún poema tuyo, seguro que crece feliz y lozana.
un beso

Anónimo dijo...

Nenhum bonitos descreveram em um conocia de coisa e até ler aqui. Todo o trabalho bom.