Palabras con tacto de seda
que endulzan la piel en la tarde.
Palabras con ritmo de abeja
rumorosas, salvajes.
Palabras que encienden la carne.

Palabras con fragor de batalla
y vocación de derribo.
Palabras de borde afilado
maliciosas, cobardes.
Palabras que huelen a sangre.
Palabras como manos abiertas
que tienen olor a jarabe.
Palabras que estrenan mañanas
nutritivas, suaves.
Palabras que aroman el aire.

Palabras que tejen racimos de gloria,
que levantan castillos de naipes.
Palabras como flores de jade
escondidas, espléndidas.
Palabras que llenan de sueños la calle.
Palabras que llenan la vida de arte.

Niégala si estás conmigo.

Niega el calor de su mano,

Niega el beso de su boca,

niega su llanto salado

y su aliento si te roza.

Niégala si está dormida,

niégala cuando despierte,

niega que lleva tu vida

creciendo oscura en su vientre.

Y dime que estás perdido,

que ya te oprimen los lazos,

que sólo buscas mi abrazo

y que mi cuerpo es tu nido.

Niégala si estás conmigo.