Porque me quieres sin reservas
a pesar de mis funestos despertares,
a pesar de mis perezas,
de las miserias pequeñitas de la vida,
de las verdades duras como piedras.
Porque te quiero sin reservas
a pesar del cansancio de las horas,
a pesar de las trampas de la pena.
Por eso me acomodo
y voy siguiendo la huella de tus pasos.
Por eso amueblo mi futuro
en el cálido regufio de tus brazos.